Fotografía: Sebastián Rodríguez
En 1896, la ciudad de Huancayo vio nacer a uno de sus fotógrafos más ilustres: Sebastián Rodríguez. Esmerado fotógrafo, Rodríguez dedicó 40 años de su vida documentando el acontecer de un asentamiento minero con mucha historia: Morococha.
A fines del siglo XIX, en la incontrastable ciudad de Huancayo, nació un hombre que decidió plasmar, a través de la fotografía, una época de inestabilidad social, de soberbia capitalista, de sometimiento hacia los campesinos, pero sobre todo decidió retratar la vida y trabajo de los mineros de aquellos años quienes diariamente salían muy temprano de sus humildes cuartos ubicados a más de 4500 msnm, con temperaturas bajo cero y dirigirse hacia los socavones mineros, extraer los preciados minerales, pidiendo a Dios por sus vidas y un feliz regreso a sus cuartos al final de la jornada.
Desde niño, Sebastián quedó maravillado por las fotografías y el destino le tenía reservado ese arte al conocer a un reconocido fotógrafo limeño: Luis Ugarte. Sebastián Rodríguez conoció a Luis Ugarte en Huancayo, entablando amistad y siendo su asistente en el primer estudio fotográfico instalado en la ciudad Wanka. Allí conoció las técnicas fotográficas de aquella época, como por ejemplo la fotografía seca en base a gelatina de plata y a la edad de 17 años se fue junto con su mentor a Lima, a instalar un laboratorio fotográfico.
En Lima trabajó durante diez años y se hizo de un lugar entre los fotógrafos, sin embargo decidió recorrer los pueblos andinos y campamentos mineros del centro del país. Es así que deja Lima y recorre campamentos mineros como Casapalca, Tinyahuarco, La Oroya y Morococha. Como fotógrafo itinerante, recorrió las difíciles alturas de la sierra central, acompañado de su hermano Braulio y de su cámara Agfa Standard de fuelle (de formato 9 x 12) y de un trípode, todo ello ya hacía 20 kilos de peso, los cuales lo transportaba en una mula.
La década de 1930 y 1940 eran épocas de conflictos sociales, las diferencias sociales (el capitalismo extranjero y el proletariado) eran frecuentes en las zonas mineras, los campesinos eran despojados de sus tierras y muchos de ellos, en busca de un ingreso económico, no les quedaba otro camino que trabajar en las minas, en condiciones que hoy en día son difíciles de imaginar.
Fotografía: Sebastián Rodríguez
Esa realidad: la desigualdad social, los conflictos empresa-campesinado, modernidad versus tradición campesina fue la temática que plasmaría Rodríguez en sus fotografías. Tras recorrer la sierra central, se asentó en Morococha en 1928, donde trabajó para la Cerro de Pasco Copper Corporation, se casó con doña Francisca Nájera, tuvo sus hijos, instaló su laboratorio fotográfico y donde falleció en 1968 a la edad de 72 años.
El trabajar en la Cerro de Pasco Copper Corporation le permitió retratar a los mineros en sus faenas diarias, en los socavones, en sus campamentos, en sus vidas cotidianas.
Sebastián Rodríguez dominó varias técnicas fotográficas. En la que más se especializaba era la técnica de la fotografía seca en base a gelatina de plata, la que consistía en el empleo de una placa sobre la que se disemina una solución de bromuro, agua y gelatina sensibilizada con nitrato de plata. Este procedimiento ya no necesitaba mantener húmeda la placa como ocurría antes. Pero también fue uno de los precursores de la fotografía “iluminada” y de la “foto óleo”, consistentes en el pintado a mano de las imágenes tomadas, y que eran usuales antes de la invención de la fotografía en color.
Las fotografías de Rodríguez parecen convencionales, sencillas, ya que tiene a sus sujetos posando ante su lente. Sin embargo ello se debe a la cámara que tenía, su Agfa de gran formato con negativos de placa de vidrio, requería de una exposición larga para que sea nítida.
EL CONTRATISTA FROILÁN VEGA CON SU GRUPO DE CHANQUIRIS (c. 1928-1940). Fotografía de Sebastián Rodríguez.
Sus fotografías eran cuidadosas, trabajadas, requerían de dedicación, decidir el ángulo de toma, el encuadre, la exposición, manipulación de la profundidad de campo, captar el momento preciso, toda una técnica que hoy en día podemos apreciar en sus magníficas fotografías.
La historia muchas veces es ingrata y la indiferencia y los años hacen que una persona simplemente quede en el olvido. A la muerte de Rodríguez, en 1968, muchas fotografías suyas se perdieron. El estudio que había sostenido durante cuarenta años desapareció, y su obra se fue perdiendo y desperdigando. Tuvieron que pasar más de diez años para que una extranjera se interesara en la obra fotográfica de Rodríguez. La reconocida fotógrafa estadounidense, Fran Antmann, recuperó gran parte de la obra fotográfica de Sebastián Rodríguez y permitió darlo a conocer no sólo en Perú sino también en el mundo.
Antmann vino al Perú a fines de los setenta y se topó con el trabajo del huancaíno. Por referencias de profesores universitarios, intelectuales y población de la sierra central le mencionaron dos nombres clave: Morococha y Sebastián Rodríguez.
Antmann menciona en un artículo publicado a mediados de los años ochenta, en Estados Unidos: "La mayoría de las fotos de Rodríguez se imprimieron como postales y fueron enviadas a la ciudad por los mineros que se habían visto obligados a alejarse de sus familias. Son una expresión de la ausencia: una vez que eran recibidas por sus destinatarios se convertían en una promesa de retorno, de reencuentro”
Sobre el trabajo de Sebastián Rodríguez respecto a su técnica de iluminación, Antmann refiere: “para el trabajo en interiores sólo usó la luz natural que se filtraba por el tragaluz de su estudio”.
El fotógrafo, Andrés Longhi nos habla sobre la importancia de Sebastián Rodríguez para la fotografía nacional: “Es un paradigma. Sebastián Rodríguez tiene dos cosas. La primera, retrata una época, y la segunda, hace un registro fidedigno de la transformación de un campesino en un trabajador minero. Ese es un tema antropológico muy importante. Muchas veces los fotógrafos son antropólogos. Y Sebastián Rodríguez es un antropólogo visual. Y lo más importante: es necesario que se conozca en el Perú.”
Gracias al trabajo de diversas personas, hoy las fotografías de Rodríguez han sido exhibidas en Huancayo, en la muestra fotográfica denominada “Coraje”, también en el Museo de Arte de Lima, en diversos museos de América Latina y Europa, además el trabajo de Sebastián Rodríguez forma parte de una colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York junto con la obra de otro fotógrafo peruano muy reconocido: Martin Chambi. La Municipalidad de Morococha también contiene una muestra fotográfica de la obra de este magnífico personaje de la sierra central.
Exhibición fotográfica en el Salón de Usos Múltiples de la Municipalidad de Morococha, donde se aprecian fotografías de Sebastián Rodríguez (Fotografía: Eliot Ríos).
El trabajo de “Don Chapita” como era llamado Sebastián Rodríguez, merece el mayor reconocimiento, una mayor valoración respecto a su “arte”, a su pasión. Un huancaíno sencillo, amable, que supo con su perseverancia, técnica y profesionalismo, ganarse un lugar en la historia de la fotografía peruana, como uno de los mejores fotógrafos, retratando la vida de los mineros de Morococha, de sus vivencias, sus conflictos sociales, su día a día.
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REFERENCIAS
Luz en la mina. Artículo de Diego Otero, publicado en el diario El Comercio.