domingo, 26 de agosto de 2012

SEBASTIÁN RODRÍGUEZ: EL FOTÓGRAFO DEL CORAJE

Trabajadores a la entrada de la mina

Fotografía: Sebastián Rodríguez

 

En 1896, la ciudad de Huancayo vio nacer a uno de sus fotógrafos más ilustres: Sebastián Rodríguez. Esmerado fotógrafo, Rodríguez dedicó 40 años de su vida documentando el acontecer de un asentamiento minero con mucha historia: Morococha.

A fines del siglo XIX, en la incontrastable ciudad de Huancayo, nació un hombre que decidió plasmar, a través de la fotografía, una época de inestabilidad social, de soberbia capitalista, de sometimiento hacia los campesinos, pero sobre todo decidió retratar la vida y trabajo de los mineros de aquellos años quienes diariamente salían muy temprano de sus humildes cuartos ubicados a más de 4500 msnm, con temperaturas bajo cero y dirigirse hacia los socavones mineros, extraer los preciados minerales, pidiendo a Dios por sus vidas y un feliz regreso a sus cuartos al final de la jornada.

Desde niño, Sebastián quedó maravillado por las fotografías y el destino le tenía reservado ese arte al conocer a un reconocido fotógrafo limeño: Luis Ugarte. Sebastián Rodríguez conoció a Luis Ugarte en Huancayo, entablando amistad y siendo su asistente en el primer estudio fotográfico instalado en la ciudad Wanka. Allí conoció las técnicas fotográficas de aquella época, como por ejemplo la fotografía seca en base a gelatina de plata y a la edad de 17 años se fue junto con su mentor a Lima, a instalar un laboratorio fotográfico.

En Lima trabajó durante diez años y se hizo de un lugar entre los fotógrafos, sin embargo decidió recorrer los pueblos andinos y campamentos mineros del centro del país. Es así que deja Lima y recorre campamentos mineros como Casapalca, Tinyahuarco, La Oroya y Morococha. Como fotógrafo itinerante, recorrió las difíciles alturas de la sierra central, acompañado de su hermano Braulio y de su cámara Agfa Standard de fuelle (de formato 9 x 12) y de un trípode, todo ello ya hacía 20 kilos de peso, los cuales lo transportaba en una mula.

La década de 1930 y 1940 eran épocas de conflictos sociales, las diferencias sociales (el capitalismo extranjero y el proletariado) eran frecuentes en las zonas mineras, los campesinos eran despojados de sus tierras y muchos de ellos, en busca de un ingreso económico, no les quedaba otro camino que trabajar en las minas, en condiciones que hoy en día son difíciles de imaginar.

Hidroavión en Huascacocha

Fotografía: Sebastián Rodríguez

 

Esa realidad: la desigualdad social, los conflictos empresa-campesinado, modernidad versus tradición campesina fue la temática que plasmaría Rodríguez en sus fotografías. Tras recorrer la sierra central, se asentó en Morococha en 1928, donde trabajó para la Cerro de Pasco Copper Corporation, se casó con doña Francisca Nájera, tuvo sus hijos, instaló su laboratorio fotográfico y donde falleció en 1968 a la edad de 72 años.

El trabajar en la Cerro de Pasco Copper Corporation le permitió retratar a los mineros en sus faenas diarias, en los socavones, en sus campamentos, en sus vidas cotidianas.

Sebastián Rodríguez dominó varias técnicas fotográficas. En la que más se especializaba era la técnica de la fotografía seca en base a gelatina de plata, la que consistía en el empleo de una placa sobre la que se disemina una solución de bromuro, agua y gelatina sensibilizada con nitrato de plata. Este procedimiento ya no necesitaba mantener húmeda la placa como ocurría antes. Pero también fue uno de los precursores de la fotografía “iluminada” y de la “foto óleo”, consistentes en el pintado a mano de las imágenes tomadas, y que eran usuales antes de la invención de la fotografía en color.

Las fotografías de Rodríguez parecen convencionales, sencillas, ya que tiene a sus sujetos posando ante su lente. Sin embargo ello se debe a la cámara que tenía, su Agfa de gran formato con negativos de placa de vidrio, requería de una exposición larga para que sea nítida.

Grupo de Chanquiris

EL CONTRATISTA FROILÁN VEGA CON SU GRUPO DE CHANQUIRIS (c. 1928-1940). Fotografía de Sebastián Rodríguez.

 

Sus fotografías eran cuidadosas, trabajadas, requerían de dedicación, decidir el ángulo de toma, el encuadre, la exposición, manipulación de la profundidad de campo, captar el momento preciso, toda una técnica que hoy en día podemos apreciar en sus magníficas fotografías.

La historia muchas veces es ingrata y la indiferencia y los años hacen que una persona simplemente quede en el olvido. A la muerte de Rodríguez, en 1968, muchas fotografías suyas se perdieron. El estudio que había sostenido durante cuarenta años desapareció, y su obra se fue perdiendo y desperdigando. Tuvieron que pasar más de diez años para que una extranjera se interesara en la obra fotográfica de Rodríguez. La reconocida fotógrafa estadounidense, Fran Antmann, recuperó gran parte de la obra fotográfica de Sebastián Rodríguez y permitió darlo a conocer no sólo en Perú sino también en el mundo.

Antmann vino al Perú a fines de los setenta y se topó con el trabajo del huancaíno. Por referencias de profesores universitarios, intelectuales y población de la sierra central le mencionaron dos nombres clave: Morococha y Sebastián Rodríguez.

Antmann menciona en un artículo publicado a mediados de los años ochenta, en Estados Unidos: "La mayoría de las fotos de Rodríguez se imprimieron como postales y fueron enviadas a la ciudad por los mineros que se habían visto obligados a alejarse de sus familias. Son una expresión de la ausencia: una vez que eran recibidas por sus destinatarios se convertían en una promesa de retorno, de reencuentro”

Sobre el trabajo de Sebastián Rodríguez respecto a su técnica de iluminación, Antmann refiere: “para el trabajo en interiores sólo usó la luz natural que se filtraba por el tragaluz de su estudio”.

El fotógrafo, Andrés Longhi nos habla sobre la importancia de Sebastián Rodríguez para la fotografía nacional: “Es un paradigma. Sebastián Rodríguez tiene dos cosas. La primera, retrata una época, y la segunda, hace un registro fidedigno de la transformación de un campesino en un trabajador minero. Ese es un tema antropológico muy importante. Muchas veces los fotógrafos son antropólogos. Y Sebastián Rodríguez es un antropólogo visual. Y lo más importante: es necesario que se conozca en el Perú.”

Gracias al trabajo de diversas personas, hoy las fotografías de Rodríguez han sido exhibidas en Huancayo, en la muestra fotográfica denominada “Coraje”, también en el Museo de Arte de Lima, en diversos museos de América Latina y Europa, además el trabajo de Sebastián Rodríguez forma parte de una colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York junto con la obra de otro fotógrafo peruano muy reconocido: Martin Chambi. La Municipalidad de Morococha también contiene una muestra fotográfica de la obra de este magnífico personaje de la sierra central.

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Exhibición fotográfica en el Salón de Usos Múltiples de la Municipalidad de Morococha, donde se aprecian fotografías de Sebastián Rodríguez (Fotografía: Eliot Ríos).

 

El trabajo de “Don Chapita” como era llamado Sebastián Rodríguez, merece el mayor reconocimiento, una mayor valoración respecto a su “arte”, a su pasión. Un huancaíno sencillo, amable, que supo con su perseverancia, técnica y profesionalismo, ganarse un lugar en la historia de la fotografía peruana, como uno de los mejores fotógrafos, retratando la vida de los mineros de Morococha, de sus vivencias, sus conflictos sociales, su día a día.

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REFERENCIAS

Suplemento cultural Solo 4.

Luz en la mina. Artículo de Diego Otero, publicado en el diario El Comercio.

viernes, 13 de julio de 2012

TRAGEDIA MARINA SIN RESPUESTAS

Tragedia marina en Perú 01

Fotografía: Cortesía de Ministerio del Ambiente.

En las playas de la costa norte del litoral peruano se registró un suceso que nunca antes se había registrado, la muerte de cientos de delfines, pelícanos y piqueros. Durante los días de mayor mortandad (entre mediados de febrero y marzo) se tejieron muchas versiones acerca de lo que había sucedido, sin embargo al día de hoy se desconoce cuál fue la causa principal de tantas muertes, en lo que algunos han denominado una “catástrofe ambiental”.

La muerte de mamíferos y aves marinas en nuestro litoral peruano se extendió desde Piura hasta el norte de Lima, provocando preocupación en los pobladores locales, algunas autoridades locales sugirieron no alimentarse de especies marinas y tampoco acercarse a los animales muertos mientras no se conociera cuál era la causa de estas muertes.

La primera hipótesis que se planteó acerca de qué era la causa de este acontecimiento fueron las prospecciones sísmicas 3D desarrolladas en el lote Z-1, por la empresa petrolera BPZ Exploración & Producción S.R.L. Efectivamente, durante el mes de febrero se desarrollaron exploraciones petroleras por dicha empresa pero en fechas posteriores a las muertes registradas. Según las conclusiones a la que llegó el Ministerio del Ambiente: “A partir de los análisis realizados no se puede establecer una relación directa entre las actividades de exploración petrolera con la mortandad de los delfines”.

Carlos Yaipén Llanos, director de Ciencias de ORCA (Organización Científica para Conservación de Animales Acuáticos), explicó que la muerte de los mamíferos se debería a la “burbuja marina” que se presenta durante las exploraciones petroleras. Se refiere a una bolsa acústica que se forma al utilizar los sonares de profundidad para la búsqueda de petróleo.

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Fotografía: Ministerio del Ambiente

“Las petroleras utilizan diferentes frecuencias de onda acústica y los efectos producidos por estas burbujas no son visibles a simple vista, sino que generan efectos posteriores en los animales. Eso puede producir la muerte, por impacto acústico, no solo de delfines, sino también de lobos marinos y ballenas”, manifestó. Yaipén agregó que el impacto acústico genera en los animales pérdida de equilibrio, desorientación y hemorragias internas. Esta afirmación fue desestimada por el Ministerio del Ambiente quienes solicitaron a ORCA la presentación de documentos y protocolos de investigación que avalen los resultados mencionados por Yaipén, sin haber recibido respuesta alguna. Además, las necropsias realizadas a dos ejemplares de delfines no mostraron hemorragias internas, una de las consecuencias generadas por el impacto acústico.

Igual forma opinó Patricia Majluf, bióloga marina y ex viceministra de Pesquería. Comentó que esa organización no tiene material para demostrar lo que dice, pues no habría tomado muestras de tejidos o cortes histológicos. “Por lo menos los reportes que se han visto no tienen ningún tipo de protocolo de cómo han hecho los análisis”, mencionó. Además si la prospección sísmica fuera la causa, se hubiese registrado la muerte no sólo de delfines sino también de ballenas y lobos marinos, lo que no ocurrió. La BPZ manifiesta que las prospecciones sísmicas 2D y 3D se vienen realizando en nuestro país desde la década de 1970, no habiéndose registrado sucesos a lo largo de ese periodo como lo ocurrido este año.

Otra de las hipótesis fue que la causa de la muerte de los delfines se debió a la presencia de metales pesados y biotoxinas. Para el descarte de biotoxinas, plomo, cobre y cadmio, se enviaron muestras de hígado, riñón y bazo al ITP (Instituto Tecnológico Pesquero). Los resultados dieron negativo para contaminación por metales pesados y biotoxinas.

También se mencionó que la causa podría ser el envenenamiento por pesticidas y la influencia de la actividad pesquera en la zona. Al respecto, los pescadores se defendieron sobre tal afirmación. La Asociación de Maricultores de Lambayeque, por ejemplo, descartó que los pescadores hayan asesinado a los mamíferos, pues dijo que estos no fueron golpeados. Sin embargo, personal de la Fiscalía de Prevención del Delito de Lambayeque y de la Administración Técnico Forestal del Ministerio de Agricultura encontraron botellas de insecticida en la zona donde desemboca el río Reque. Lev Castro, fiscal encargado de la dirigencia, mencionó que las botellas podrían haber sido usadas por agricultores o pescadores en la zona y luego desechadas en el río.

La última de las hipótesis, que fue descartada por el Ministerio del Ambiente gracias al informe presentado por el IMARPE, es que la muerte de los delfines haya sido causada por virus y bacterias. Llegaron a esta conclusión después de que se hayan realizado pruebas histopatológicas y serológicas en el Laboratorio Veterinario VetDiagnostics, para la búsqueda de corpúsculos de inclusión por posible presencia de virus, dando como resultado negativo. El Laboratorio de Biología Molecular de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) realizó el descarte de infección por Morbillivirus, dando de igual forma negativo para este virus. Pero el principal inconveniente radica en que se llegó a esta conclusión sólo al analizar dos ejemplares de delfines de 877 cetáceos muertos.

Patricia Majluf señala: “La conclusión que yo saco de ese reporte es que no sabemos qué mató a esos delfines”. Explicó su posición señalando que se debió realizar una colección más amplia de animales muertos recientemente para tener una mayor certeza, pero no hubo acceso a ello en el momento correcto. “Tienes que tener un número mucho mayor de animales para poder decir concluyentemente que no fue una cosa A, B o C”. Y ahí radica el problema, ya que las muestras enviadas no fueron frescas, es decir de animales recién muertos, sino que eran de delfines que ya registraban un nivel avanzado de descomposición. Y es que el Estado tuvo una pobre capacidad de respuesta ante este suceso. “No se salió en el momento que la cosa estaba ocurriendo en el pico de mortalidad, no se tomaron las muestras de los animales que estaban saliendo recién, frescos. No se cuenta con los materiales o con la experiencia para hacer las necropsias correctamente en el momento determinado”, refirió Majluf.

Al respecto, la UPCH menciona que para tener éxito en la detección de virus RNA es muy importante que las muestras hayan sido tomadas con todas las precauciones, y conservadas en congelación y conservadas a una temperatura de -75°C o con nitrógeno líquido en el laboratorio. También recomendaron a IMARPE que se tomen más muestras de pulmón, cerebro de delfines moribundos o recién fallecidos, algo que no se realizó. Por todo ello, comenta Majluf: “lo más probable es que sea un virus” lo que haya matado a tantos cetáceos.

Respecto a la muerte de pelícanos y piqueros, el asunto es mucho más concluyente. La alteración de la distribución natural de los peces (en especial de la anchoveta), ha ocasionado la disminución de la disponibilidad de alimento para pelícanos y piqueros, causando la mortandad progresiva de estos. Además, no se ha encontrado evidencias de virus en los organismos analizados. Esta afirmación sobre la alteración de la distribución natural de los peces, es corroborada por el Comité Multisectorial encargado del Estudio Nacional del Fenómeno de El Niño (ENFEN).

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Fotografía: Ministerio del Ambiente

Este episodio penoso para la ecología marina de nuestras costas ha quedado sin resolver y el asuntos aparentemente ha quedado zanjado, sin embargo las dudas aún quedan. A nivel mundial se han registrado varias muertes inexplicables de aves y mamíferos marinos, sin embargo posiblemente sea la primera vez en nuestras costas que un evento de tal magnitud se haya manifestado. Ya sea por efecto del fenómeno El Niño, por la presencia de virus, por el calentamiento global o por la actividad directa del hombre, lo cierto es que fenómenos como estos se sucederán más a menudo, y si el Estado no interviene y actúa inmediatamente, los efectos se verán en la población, provocando enfermedades desconocidas, quizás debido a la mutación de algún virus que afecte a estos mamíferos marinos. Se cuenta en el país con muy buenos profesionales e instituciones públicas y privadas para poder contar con un Plan de Acción ante tales eventos, sin embargo el gobierno debe dar impulso a este proceso. No esperemos que un evento similar cause impactos no sólo a la fauna marina y a la ecología, sino también a la salud de la población peruana.

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Referencia:

http://www.minam.gob.pe/index.php?option=com_content&view=article&id=1890

domingo, 18 de marzo de 2012

WILMAR COSME - EL ARTISTA DE PASCO

Economista de profesión, pero artista por vocación, Wilmar Cosme es uno de los pocos cerreños que cultivan el arte en la ciudad minera de Cerro de Pasco, cuyos problemas socio-ambientales son fuente de inspiración para crear obras maravillosas que dan a conocer la realidad de un pueblo minero sumido en la pobreza.

Cuando uno llega a Cerro de Pasco, lo primero que se pregunta es ¿qué es ese inmenso hoyo al medio de la ciudad? Los pobladores responderán que se trata del tajo abierto, inmenso boquerón minero de donde se extrae los preciados minerales que son el motor de la economía en esta región central del Perú.

Es en esta ciudad que el último día del año 1970, nace Wilmar Cosme, el tercer hijo de Juan Cosme e Irene Calzada. De pequeño ya cultivaba ese arte que llevaba dentro, motivado por su profesor Jorge Morales Galarza, ganando varios concursos de dibujo y pintura. Estudió la primaria y secundaria en la Institución Educativa César Vallejo, y sus estudios superiores los realizó en la Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión, graduándose de Economista.

Nunca dejó de lado su talento por la pintura, plasmando con el pincel obras con motivos culturales, destacando principalmente la problemática social y ambiental de su tierra natal.

Una de sus obras más reconocidas y mejor logradas es “El Muqui”, que según la historia es un pequeño minero de 50 cm de estatura que ronda las galerías, de rostro resplandeciente y mirada penetrante, solitario guardián de las minas y que aquel que lo mira a los ojos queda encantando rondando de por vida los socavones mineros. Su óleo fue publicado en la tapa del cuento que lleva el mismo nombre, presentado por el Centro de Cultura Popular Labor, donde el artista labora hasta la actualidad.

Otra de sus obras se denomina “Cajamarquinas Puchkadoras”, un homenaje a la mujer andina, cuya obra fue publicada en la tapa del diario Histórico de Pasco. “Cajamarca, lugar de maravillosos paisajes y de rica cultura peruana, visítalo; con esta pintura valoro a la mujer andina y su silencioso aporte al desarrollo del país.” Menciona Wilmar.

“Inspiración Vallejo” es un homenaje al gran poeta peruano César Vallejo y al centro de estudios de Wilmar, que lo forjó desde la niñez. Vallejo visitó la ciudad de Cerro de Pasco en 1911, quedando maravillado por la geografía, el frío y la nieve, dejando un verso en homenaje a esa tierra ubicada a más de 4300 msnm.

Cruza el tren la estéril puna
que ya la noche amortaja y la lluvia lenta baja
con tristísimo rumor.
Dentro del coche que frío
tan fuerte es el que sentimos; y ateridos nos dormimos
de la estufa al resplandor.
- ¡Qué bonito! un pequeñuelo
que va junto a mí murmura
- Cuál blanquea aquella altura
a la luz crepuscular.
Y a través de los cristales
de la ventana veía la nevada que cubría
los cerros de aquel lugar...

“Inspiración Vallejo” fue publicado en la tapa del libro Abril mes de las Letras y del Arte, y cuya réplica del mismo se encuentra en la Biblioteca del Congreso de la República.

En el libro Cultura Andina 3, presentado por la Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión, se publicó una de sus más logradas obras: “La tierra te da, la tierra te pide”. En esta obra, el artista plasma la problemática ambiental de Cerro de Pasco, la incesante actividad minera ha conducido a que la ciudad conviva con un enorme tajo abierto. Esta problemática ambiental está representada en esta obra, en la que el autor nos brinda una reflexión ante esta adversidad, la solución: “Plantar para el futuro”.

Las manos recias de un minero van plantando en medio del tajo abierto un quinual que representa el futuro que el poblador cerreño anhela, una alternativa de solución para mitigar el cambio climático y la contaminación del suelo provocado por años y años de actividad minera.

Similar motivo evoca otra de sus obras: “Plantando para el futuro”, donde un trabajador minero cargado de plantones de quinual ve el esmerado esfuerzo de dos pequeños estudiantes que alegremente van sembrando los plantones con ayuda de sus padres.

Plantando para el futuro. Arte de Wilmar Cosme.


En setiembre de 2005, con motivo de las celebraciones al Señor de Exaltación, patrono del Centro Poblado Menor de Paragsha, los mayordomos de aquella celebración, el señor Jaime Silva y la señora Sonia Espinoza solicitan a Wilmar la elaboración de una pintura del santo patrón.

El Tayta Icsha, como cariñosamente llaman al Señor de Exaltación, llegó desde Europa a las tierras cerreñas hace más de 300 años, permaneciendo en Paragsha por más de cien años. Con diferentes actividades como cortamontes, presentaciones artísticas, danzas costumbristas, quema de castillos y fuegos artificiales, comidas típicas y celebraciones religiosas, el pueblo paragshino rinde homenaje y devoción al Santo Minero. Wilmar aceptó el reto de elaborar la pintura del Señor de Exaltación, que finalmente fue exhibida en la fachada de la iglesia del Centro Poblado, una pintura de siete metros de alto por tres de ancho, que muestra el rostro de nuestro señor Jesucristo, con la mirada baja, el cabello cubriendo parte de su rostro, con una corona que le ha generado heridas que sangran por la frente.

Wilmar Cosme realizado la pintura del Señor de Exaltación. Fotografía: Centro de Cultura Popular Labor.


Como buen católico, también realizó el retrato de Daniel Comboni, que se puede apreciar en la Iglesia San Juan Bautista, en el distrito de Yanacancha.

Sus obras son diversas, al igual que los motivos que en ellas se representa, así tenemos a “Garabateando lo andino", “Historia junto al fuego”, que evoca aquellos pobladores cerreños que bajo la luz de las velas o mecheros, contaban cuentos a los hijos que muy temerosos iban luego a descansar. “Cerro de Pasco, ciudad opulenta”, “Cubirostro”, “Ocaso caliente”, entre muchos otros, obras que han sido presentadas y exhibidas en varias exposiciones pictóricas.

Una de sus más recientes obras es la pintura Por la adaptación frente al cambio climático. "Es un trabajo que elaboré con la intención de seguir generando conciencia sobre la necesidad de cuidar y preservar un ambiente saludable, para que también nuestros hijos e hijas tengan oportunidad de disfrutarlo... actuemos por la adaptación frente al cambio climático y su mitigación, por lo menos atrévanse a plantar y cuidar un árbol" manifiesta Wilmar acerca de su obra.

El Centro de Cultura Popular Labor seleccionó esta obra como motivo principal de su calendario ambiental 2012 denominado “Actuemos frente al Cambio Climático”, que fue publicado con apoyo de la Municipalidad Provincial de Pasco y el Gobierno Regional Pasco.

Ferviente defensor del medio ambiente, promotor de actividades en favor de la salud y medio ambiente del poblador cerreño, padre de familia, gran compañero y amigo, pero sobre todo, insigne artista cerreño, cuya obra quedará plasmada y perennizada para las futuras generaciones. Gracias maestro.

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Referencias
Artista Plástico de Pasco

jueves, 15 de marzo de 2012

EL CARNAVAL CERREÑO – ALEGRÍA DEL CERRO DE PASCO

Fotografía: Eliot Ríos.

Cada pueblo de nuestro Perú tiene sus propias costumbres y tradiciones, tiene su forma de celebrar sus festividades, de homenajear a sus santos patronos, de festejar sus aniversarios, y como no, de celebrar los carnavales. El pueblo cerreño no es ajeno a esta celebración, pero nuestro carnaval es único y no tiene parangón en ninguna otra ciudad del Perú.

El carnaval cerreño, es cada vez más conocido no sólo a nivel nacional sino también en el mundo, debido a su comparsa carnavalesca y a sus tradiciones que muy poco han cambiado en muchos años; las generaciones pasan pero el carnaval sigue su curso, afortunadamente.

Según cuenta la historia, el carnaval cerreño se originó a fines del siglo XIX, precisamente en el año 1880, con la fundación del primer club carnavalesco, llamado Calixto (de ahí proviene la palabra “calixtrada” al referirse a la comparsa carnavalesca). El nombre es un homenaje al español don Calixto de la Gascuña, dueño de la hacienda minera Huarmipuquio.

Este club carnavalesco tuvo gran fama allá por los primeros años del siglo XX. Tal fue su reconocimiento que se empezaron a celebrar carnavales en ciudades como Tarma, Jauja, Huancayo, Concepción y Huánuco, denominando a sus comparsas carnavalescas como “calistradas”.

El club Calixto permaneció durante 32 años como el más reconocido de los clubs carnavalescos del Cerro de Pasco. Sin embargo, a razón del fallecimiento de su presidente, el Señor Sebastián Estrella Robles, es que en el año 1912, se cierra con broche de oro la historia de este club, con sus integrantes vestidos lujosamente y con la presentación de un gran violinista y cultor de la música cerreña, don Flaviano Loayza, quien en compañía de una orquesta interpretó el tema Corazón, canción fundadora del club Calixto. El carnaval de 1912 es de los más recordados e imborrables, debido a la nostalgia de ver por última vez al club fundador del carnaval cerreño.

Sin embargo no era el único club reconocido de nuestra ciudad, en 1906 se funda el club carnavalesco Vulcano, el cual nos acompaña hasta la actualidad. Otro club reconocido era el Cayena, además de don Apolo, la Lira Cerreña, Hijos del Tahuantinsuyo, los Diamantes de Yanacancha, entre otros. Entre estos grupos existía una competencia por demostrar quien presentaba la mejor comparsa.

El carnaval cerreño siempre se ha caracterizado por sus mulizas, sus huaynos, sus chimaychas, interpretadas con insignes personalidades, músicos dignos de nuestra tierra. Esta tradición aun hoy perdura, al igual que la presentación de carros alegóricos con sus bellas reinas representantes de la belleza cerreña, seguidos por la comparsa con sus integrantes disfrazados y los chalanes montados a caballo.

La tradición refiere que todo carnaval tenía que realizarse obedeciendo los edictos del rey Momo, estos edictos eran publicados por cada club en donde se exponían las disposiciones de su majestad para su cumplimiento, edictos de Su Majestad Vulcano, S.M. Apolo, S.M. Calixto, etc. Estos edictos reales que se hacían conocer públicamente en sábado de carnaval, eran leídos por un pregonero, en plazas y calles.

Fotografía: Eliot Ríos
El carnaval cerreño es alegría, es jolgorio, es picardía. Niños, jóvenes y adultos disfrutan de estos días con serpentina, harina, chisguetes con agua. Las tradiciones ciertamente han variado en los últimos años pero la esencia es la misma: divertirse, celebrar, regocijarse en esta tierra frígida pero de gente cálida. Los días de carnaval concluyen con la quema del Ño Carnavalón, es el último acto que aún hoy perdura.

Este año se cumplieron 132 años desde aquellos lejanos días en los que un grupo de hombres memorables fundaron no sólo un club carnavalesco, sino toda una tradición que esperemos perdure hasta el último de nuestros días.

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Referencias
- Muliza
- Los carnavales en el Cerro de Pasco. Pueblo Martir.

domingo, 8 de enero de 2012

Los Santos de los Últimos Días y el apogeo de la minería en Cerro de Pasco

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Fotografía: Eliot Ríos

La tarde del primer día de este año 2012 lo pase recorriendo las calles de mi querido Cerro de Pasco, esas calles añejas, esas calles recién asfaltadas, calles que transmiten muchos sentimientos. Un domingo es un día muy tranquilo en mi ciudad y si es un inicio de año mucho más. Es así que recorriendo el barrio de Machu Picchu, en San Juan Pampa, uno se topa posiblemente con la mejor infraestructura moderna de toda la ciudad, un lugar que transmite tranquilidad, paz, sosiego, me refiero a la Estaca de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Como toda iglesia de esta religión, guarda esa armonía, esa arquitectura que tiene mucha representación simbólica. Es así que me pregunté como llegaron los primeros “mormones” al Perú y la historia nuevamente es interesante y tiene mucho que ver con nuestra riqueza minera.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue fundada por José Smith en 1830, fue el quinto hijo de los nueve que tuvo el matrimonio Joseph Smith y Lucy Mark. De familia humilde y campesina, José luchó durante su juventud por crear los cimientos de esta nueva fe, estableciendo la iglesia originalmente en el Condado de Jackson en Missouri.

Con el transcurrir de los años la iglesia fue creciendo y llegando a ser reconocida por el gobierno de los Estados Unidos, el templo se encuentra en Salt Lake City, en Utah; es el centro religioso y espiritual, similar al Vaticano para los católicos. En el estado de Utah se encuentra también el Coro del Tabernáculo, uno de los grupos corales más famosos y reconocidos de Estados Unidos y del mundo, que está compuesto por alrededor de 360 miembros; lo más impresionante del Tabernáculo es el órgano que cuenta con 11 623 tubos.

Tabernáculo mormón

Coro del Tabernáculo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con su impresionante órgano.

También en Utah funciona la Universidad Brigham Young  entre otras instituciones patrocinadas por la iglesia.

Luego de su consolidación en Estados Unidos, la iglesia amplia sus horizontes hacia América Latina. las primeras referencias que tenemos sobre los mormones en el Perú se encuentran en los informes que envía Parley Pratt a Brigham Young en 1852, donde menciona las pocas posibilidades de continuar una misión en nuestro país debido principalmente a la falta de dinero y material de lectura, además de las dificultades con el idioma. Sin embargo en 1900 tuvieron mayor éxito y aquí entra a tallar nuestra ciudad, su riqueza minera y un hombre: Alfred W. McCune.

Alfred William McCune, nace en Fort William, Calcuta el 11 de junio de 1849. Su padre era miembro del ejército británico, llegando a Londres en 1835 donde conoce a Sara Scott con quien se casa. Alfred tuvo 6 hermanos varones y 2 hermanas. Inicialmente la familia era miembro de la iglesia cristiana Plymouth Brethren, sin embargo en 1851, dos marineros miembros de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días conocen a la familia McCune y es así que ellos se unen a esta iglesia.

Alfred W. McCune

Retrato de Alfred William McCune

Después de renunciar al ejército británico, el padre de Alfred y toda su familia se mudan a New York, luego viajan a Chicago, asentándose finalmente en Nefi, Utah en 1858. Alfred sirve de misionero de la iglesia durante  su juventud y luego trabaja en el Ferrocarril Union Pacific y desde entonces emerge como una figura reconocida de las empresas madereras que suministraban este material para la industria ferroviaria y minera.

McCune se interesa por el negocio minero en 1890, adquiriendo algunas minas en la Columbia Británica y en el estado de Montana. Es así que en 1900 arriba a las costas de Perú, interesado por las minas de cobre y plata de la región Pasco. McCune visita Cerro de Pasco en la primavera de 1901 para evaluar el territorio minero. En 1902, junto a James Ben Ali Haggin conforman la Cerro de Pasco Investment Company. Ese mismo año, el Perú le otorga a McCune un contrato para construir el ferrocarril Huacho – Cerro de Pasco.

McCune y su familia se mudan a Perú en 1902 y seis años después el gobierno peruano le otorga un contrato para la construcción del ferrocarril de Cerro de Pasco. Es así que Alfred McCune surge como un prominente empresario ferroviario y minero, llevando a su empresa, la Cerro de Pasco Investment Company a adquirir mayor participación en las minas del Cerro de Pasco, así como del ferrocarril de La Oroya, además de invertir en las minas de cobre de Morococha y también en las minas de Casapalca. Hacia 1916, la compañía tenía invertido $ 30 millones en la minería del cobre en el Perú, la inversión más grande de cobre en América del Sur y posiblemente la más grande del mundo fuera de Estados Unidos en aquella época.

La Compañía, poco a poco fue adquiriendo las concesiones de los mineros locales. La fuerte inversión realizada se tradujo en la adquisición de maquinaria pesada nueva y moderna para la extracción del mineral, estableciendo un “complejo industrial ultramoderno”; se construyeron campamentos mineros y una zona residencial para los profesionales (Bellavista). La compañía de McCune también invirtió en el desarrollo de una fundición, dando origen a la fundición y la ciudad de La Oroya.

En 1915 la Compañía pasa a denominarse Cerro de Pasco Copper Corporation, siendo el mayor inversionista en el Perú durante el siglo XX, hasta que fue nacionalizada en 1974 con el nombre de Centromin Perú, lo demás ya es historia conocida.

Durante su juventud y debido al rechazo de la iglesia en ese entonces, Alfred diría que no era mormón, hasta un historiador de la iglesia (BH Roberts) diría que McCune no era miembro. Sin embargo otro historiador, Orvin Malmquist, dice que los registros de la iglesia muestran que Alfred fue bautizado a la edad de ocho años en 1857 y que su matrimonio con Elizabeth Claridge en un templo mormón en 1872 no podía haber ocurrido sin su condición de miembro de la iglesia.

Al mudarse él, su familia y sus creencias religiosas al Perú, y juntamente con algunos empleados norteamericanos que trabajaban para su compañía, conforman la primera congregación mormona en Perú y claro está, en nuestra ciudad minera del Cerro de Pasco. Posteriormente se fueron integrando más miembros de las compañías mineras, expandiéndose de esta forma el número de miembros de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

En 1920, con la salud debilitada y con 71 años encima, Alfred y su esposa dona su mansión de Salt Lake City a la iglesia. Su compañera eterna, Elizabeth, fallece el 1 de agosto de 1924, su funeral es realizado en la Manzana del Templo y enterrada en la ciudad de Nefi. En noviembre de 1926, McCune viaja con algunos miembros de su familia a Europa y no volvería vivo a Estados Unidos, fallece en Cannes, Francia el 28 de marzo de 1927.

Mansión McCune

Mansión de la familia McCune, donada a la iglesia de los santos de los últimos días  en 1920

Alfred William McCune, un gran empresario minero y ferroviario, miembro activo de la iglesia mormona, a quien quizás le debemos el boom industrial minero en Cerro de Pasco a inicios del siglo XX y el problema social que vivimos hoy, pionero en proclamar en Perú la palabra de Dios según las creencias de los santos de los últimos días, descansa al lado de su eterna compañera, en la ciudad de Nefi, aquella ciudad cuyo nombre evoca al profeta que escribió esas planchas y cuyo texto es la base de la doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Referencias

- Rumbo al Bicentenario. Blog de Juan Luis Orrego Penagos.

- Alfred W. McCune. Wikipedia The Free Encyclopedia.

- Cerro de Pasco: Apogeo y crisis de un modelo urbano-minero. Pablo Vega Centeno. Pontificia Universidad Católica del Perú.