Fotografía: Cortesía de Ministerio del Ambiente.
En las playas de la costa norte del litoral peruano se registró un suceso que nunca antes se había registrado, la muerte de cientos de delfines, pelícanos y piqueros. Durante los días de mayor mortandad (entre mediados de febrero y marzo) se tejieron muchas versiones acerca de lo que había sucedido, sin embargo al día de hoy se desconoce cuál fue la causa principal de tantas muertes, en lo que algunos han denominado una “catástrofe ambiental”.
La muerte de mamíferos y aves marinas en nuestro litoral peruano se extendió desde Piura hasta el norte de Lima, provocando preocupación en los pobladores locales, algunas autoridades locales sugirieron no alimentarse de especies marinas y tampoco acercarse a los animales muertos mientras no se conociera cuál era la causa de estas muertes.
La primera hipótesis que se planteó acerca de qué era la causa de este acontecimiento fueron las prospecciones sísmicas 3D desarrolladas en el lote Z-1, por la empresa petrolera BPZ Exploración & Producción S.R.L. Efectivamente, durante el mes de febrero se desarrollaron exploraciones petroleras por dicha empresa pero en fechas posteriores a las muertes registradas. Según las conclusiones a la que llegó el Ministerio del Ambiente: “A partir de los análisis realizados no se puede establecer una relación directa entre las actividades de exploración petrolera con la mortandad de los delfines”.
Carlos Yaipén Llanos, director de Ciencias de ORCA (Organización Científica para Conservación de Animales Acuáticos), explicó que la muerte de los mamíferos se debería a la “burbuja marina” que se presenta durante las exploraciones petroleras. Se refiere a una bolsa acústica que se forma al utilizar los sonares de profundidad para la búsqueda de petróleo.
Fotografía: Ministerio del Ambiente
“Las petroleras utilizan diferentes frecuencias de onda acústica y los efectos producidos por estas burbujas no son visibles a simple vista, sino que generan efectos posteriores en los animales. Eso puede producir la muerte, por impacto acústico, no solo de delfines, sino también de lobos marinos y ballenas”, manifestó. Yaipén agregó que el impacto acústico genera en los animales pérdida de equilibrio, desorientación y hemorragias internas. Esta afirmación fue desestimada por el Ministerio del Ambiente quienes solicitaron a ORCA la presentación de documentos y protocolos de investigación que avalen los resultados mencionados por Yaipén, sin haber recibido respuesta alguna. Además, las necropsias realizadas a dos ejemplares de delfines no mostraron hemorragias internas, una de las consecuencias generadas por el impacto acústico.
Igual forma opinó Patricia Majluf, bióloga marina y ex viceministra de Pesquería. Comentó que esa organización no tiene material para demostrar lo que dice, pues no habría tomado muestras de tejidos o cortes histológicos. “Por lo menos los reportes que se han visto no tienen ningún tipo de protocolo de cómo han hecho los análisis”, mencionó. Además si la prospección sísmica fuera la causa, se hubiese registrado la muerte no sólo de delfines sino también de ballenas y lobos marinos, lo que no ocurrió. La BPZ manifiesta que las prospecciones sísmicas 2D y 3D se vienen realizando en nuestro país desde la década de 1970, no habiéndose registrado sucesos a lo largo de ese periodo como lo ocurrido este año.
Otra de las hipótesis fue que la causa de la muerte de los delfines se debió a la presencia de metales pesados y biotoxinas. Para el descarte de biotoxinas, plomo, cobre y cadmio, se enviaron muestras de hígado, riñón y bazo al ITP (Instituto Tecnológico Pesquero). Los resultados dieron negativo para contaminación por metales pesados y biotoxinas.
También se mencionó que la causa podría ser el envenenamiento por pesticidas y la influencia de la actividad pesquera en la zona. Al respecto, los pescadores se defendieron sobre tal afirmación. La Asociación de Maricultores de Lambayeque, por ejemplo, descartó que los pescadores hayan asesinado a los mamíferos, pues dijo que estos no fueron golpeados. Sin embargo, personal de la Fiscalía de Prevención del Delito de Lambayeque y de la Administración Técnico Forestal del Ministerio de Agricultura encontraron botellas de insecticida en la zona donde desemboca el río Reque. Lev Castro, fiscal encargado de la dirigencia, mencionó que las botellas podrían haber sido usadas por agricultores o pescadores en la zona y luego desechadas en el río.
La última de las hipótesis, que fue descartada por el Ministerio del Ambiente gracias al informe presentado por el IMARPE, es que la muerte de los delfines haya sido causada por virus y bacterias. Llegaron a esta conclusión después de que se hayan realizado pruebas histopatológicas y serológicas en el Laboratorio Veterinario VetDiagnostics, para la búsqueda de corpúsculos de inclusión por posible presencia de virus, dando como resultado negativo. El Laboratorio de Biología Molecular de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) realizó el descarte de infección por Morbillivirus, dando de igual forma negativo para este virus. Pero el principal inconveniente radica en que se llegó a esta conclusión sólo al analizar dos ejemplares de delfines de 877 cetáceos muertos.
Patricia Majluf señala: “La conclusión que yo saco de ese reporte es que no sabemos qué mató a esos delfines”. Explicó su posición señalando que se debió realizar una colección más amplia de animales muertos recientemente para tener una mayor certeza, pero no hubo acceso a ello en el momento correcto. “Tienes que tener un número mucho mayor de animales para poder decir concluyentemente que no fue una cosa A, B o C”. Y ahí radica el problema, ya que las muestras enviadas no fueron frescas, es decir de animales recién muertos, sino que eran de delfines que ya registraban un nivel avanzado de descomposición. Y es que el Estado tuvo una pobre capacidad de respuesta ante este suceso. “No se salió en el momento que la cosa estaba ocurriendo en el pico de mortalidad, no se tomaron las muestras de los animales que estaban saliendo recién, frescos. No se cuenta con los materiales o con la experiencia para hacer las necropsias correctamente en el momento determinado”, refirió Majluf.
Al respecto, la UPCH menciona que para tener éxito en la detección de virus RNA es muy importante que las muestras hayan sido tomadas con todas las precauciones, y conservadas en congelación y conservadas a una temperatura de -75°C o con nitrógeno líquido en el laboratorio. También recomendaron a IMARPE que se tomen más muestras de pulmón, cerebro de delfines moribundos o recién fallecidos, algo que no se realizó. Por todo ello, comenta Majluf: “lo más probable es que sea un virus” lo que haya matado a tantos cetáceos.
Respecto a la muerte de pelícanos y piqueros, el asunto es mucho más concluyente. La alteración de la distribución natural de los peces (en especial de la anchoveta), ha ocasionado la disminución de la disponibilidad de alimento para pelícanos y piqueros, causando la mortandad progresiva de estos. Además, no se ha encontrado evidencias de virus en los organismos analizados. Esta afirmación sobre la alteración de la distribución natural de los peces, es corroborada por el Comité Multisectorial encargado del Estudio Nacional del Fenómeno de El Niño (ENFEN).
Fotografía: Ministerio del Ambiente
Este episodio penoso para la ecología marina de nuestras costas ha quedado sin resolver y el asuntos aparentemente ha quedado zanjado, sin embargo las dudas aún quedan. A nivel mundial se han registrado varias muertes inexplicables de aves y mamíferos marinos, sin embargo posiblemente sea la primera vez en nuestras costas que un evento de tal magnitud se haya manifestado. Ya sea por efecto del fenómeno El Niño, por la presencia de virus, por el calentamiento global o por la actividad directa del hombre, lo cierto es que fenómenos como estos se sucederán más a menudo, y si el Estado no interviene y actúa inmediatamente, los efectos se verán en la población, provocando enfermedades desconocidas, quizás debido a la mutación de algún virus que afecte a estos mamíferos marinos. Se cuenta en el país con muy buenos profesionales e instituciones públicas y privadas para poder contar con un Plan de Acción ante tales eventos, sin embargo el gobierno debe dar impulso a este proceso. No esperemos que un evento similar cause impactos no sólo a la fauna marina y a la ecología, sino también a la salud de la población peruana.
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